En primera persona: ¿Y si estudio Periodismo?

Siempre recordaré el día que mi padre le comentó al director de su empresa de la intención de mi familia de mandarme a Pamplona para estudiar la carrera de periodismo. “Eso está muy bien, pero ¿de carrera que quiere estudiar?”  Tal vez ese era el concepto que se tenía de los periodistas en la década de los 90. Un “charlatán de feria”, un predicador, un descarado que usaba sus dotes innatas para contar cosas a los demás. Por suerte, esa imagen negativa de una profesión con poca formación académica ha cambiado.

El periodismo, en su concepto más amplio, es una pasión. Es un estilo de vida que requiere de una gran formación, de una permanente actualización, pero también de una predisposición permanente. Uno es periodista las 24 horas del día. No pretendo equipararme a otras profesiones donde la dedicación y entrega está fuera de toda duda, pero si la pongo por encima de esas actividades donde uno es capaz de “desconectar” cuanto termina su jornada laboral. En el caso del periodismo eso no es posible.

Aquel que esté pensando en hacerse periodista debe tener claro que esa es su vocación. Horarios raros, difícil conciliación familiar, una imagen desvirtuada que tiene la profesión por parte de la sociedad, pero una tarea laboral que en muchos momentos te llena profesional y personalmente.

Yo siempre digo que me considero un afortunado. Trabajo en lo que me gusta y encima me pagan por ello. Me gustan los deportes, me gusta aprender de deportes, me gusta contar historias y el destino me ha permitido ser periodista y encima periodista deportivo.

Animo a los que se estén planteando andar este camino que lo hagan sin dilación. No voy a ocultar que es una profesión dura, con mucha competencia y que exige que demos lo mejor de nosotros mismos si queremos destacar. Pero con esfuerzo y trabajo, tarde o temprano encontramos nuestro sitio.  

Las nuevas tecnologías han convertido la sociedad de la comunicación en un campo abierto donde todo el mundo tiene ahora las herramientas para contar cosas. Eso obliga al periodista a ser diferente, a ser especial, a ser el mejor en su campo para seguir siendo referencia para el resto. Eso obliga también a ser humilde, autocrítico, proactivo y todos esos elementos que hacen a un profesional ser mejor persona.

Tuve la suerte de formarme en una universidad que ponía interés y cercanía para con sus alumnos, algo que también he visto hacer a la UEMC con los suyos. Tuve la suerte de aprender de compañeros que ahora mismo son referencia en el mundo de la comunicación de nuestro país. Pero sobre todo tuve ganas de aprender, y sigo teniendo esas mismas ganas. Fijarme en todo, preguntar todo, “meter la pata” un millón de veces, pero crecer como comunicador cada segundo de mi vida. No entiendo a las nuevas generaciones que abren sus ojos para mirar bien la pantalla de su móvil o su tablet, pero son incapaces de abrir sus oídos y su boca para escuchar y preguntar sobre todo lo que pasa a su alrededor.

Sirvan por tanto estas líneas para animar a los jóvenes que se estén planteando estudiar periodismo, o aquellas que hayan comenzado la carrera, a que no se rindan, que peleen, que reclamen su sitio en esta sociedad de la comunicación y de las nuevas tecnologías. Yo he tenido la fortuna de vivir éxitos, también de contar decepciones, de conocer gente maravillosa, de poder viajar por el mundo, de abrir mi mente y de intentar de ser mejor persona. Todo eso ha sido gracias a mi carrera de periodista.

Iñigo Torres es periodista de Radio Nacional, presidente de la Asociación de la Prensa deportiva de Valladolid y profesor del grado en Periodismo de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.