A raíz de una entrevista que ofrecí hace unos días sobre las sustancias utilizadas en la sumisión química, considero que puede ser de interés ofrecer información adicional al respecto con un perfil más técnico, teniendo en cuenta que la Farmacología es una asignatura transversal en los grados en Ciencias de la Salud de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
De hecho, cada vez que en las clases surge algún comentario que traspasa el umbral de la farmacología hacia la toxicología, los ojos se levantan mágicamente de los apuntes y los oídos se abren por la curiosidad suscitada. En todos estos casos el comentario va ligado a crear conciencia de la peligrosidad de determinadas sustancias utilizadas de forma inapropiada o ilícita; aun a sabiendas de que algunos alumnos queden defraudados por la charla moral.
En este caso, me gustaría ahondar en las sustancias que pueden alterar el estado de consciencia. La consciencia hace referencia a la percepción de nuestro propio cuerpo y su relación con el entorno; a diferencia de la conciencia que hace referencia a la rectitud moral. A veces se utilizan como sinónimos, en parte por derivar de la misma raíz etimológica; de hecho sólo existe el término inconsciente para ambas acepciones. No en vano, hay que tener una elevada conciencia -moral- respecto al mantenimiento de la consciencia propia o ajena, imprescindible en la toma de decisiones y la integridad del individuo. Esto incluye situaciones muy diversas: desde conducir un coche bajo los efectos del alcohol hasta el consumo involuntario o forzado al que ninguna persona tendría que enfrentarse a lo largo de su vida.
El límite entre medicamento y droga
En Farmacología a las sustancias que pueden ejercer efectos sobre nuestras funciones fisiológicas se les denomina principios activos (ya que actúan en nuestro organismo), sin entrar a valorar en este punto si presenta utilidad terapéutica o no. Si esa acción permite prevenir, diagnosticar, paliar o tratar una enfermedad pasará a formar parte de un medicamento con una indicación terapéutica aprobada a una dosis concreta. Cualquier principio activo utilizado fuera de estos límites puede considerarse una sustancia tóxica o droga. De hecho el término fármaco (drug en inglés) abarca tanto a medicamentos como a drogas.
El punto crítico es la producción, venta y uso ilegal de principios activos, tanto de los que alcanzan indicación terapéutica como de los que dejaron de tenerla, y que carece de cualquier justificación. Si además entre sus efectos presentan la alteración de la consciencia o la generación de dependencia, la situación es aún más preocupante.
Principios activos presentes en medicamentos que alteran la consciencia de la persona
Alcohol, benzodiazepinas, escopolamina, derivados cannabinoides, cocaína, GHB, opioides, ketamina. Muchas personas al leer este listado inmediatamente pensarán en sustancias recreativas, de abuso o drogas; pero también son medicamentos con indicaciones terapéuticas actualmente, o lo fueron en el pasado.
Hay que tener en cuenta que algunos medicamentos que actúan a nivel del Sistema Nervioso pueden producir alteración de la consciencia en la persona que lo recibe. La alteración del estado de consciencia hace referencia a la capacidad para interactuar con el entorno y comprender la realidad, pudiendo presentarse inicialmente con pérdida de funciones motoras, somnolencia, dificultad para mantener la atención y desorientación: y que pueden derivar en situaciones más graves como estupor o coma.
En la mayoría de ellos la alteración de la consciencia no es la acción principal buscada, sino un efecto secundario a tener muy en cuenta, por ejemplo, a la hora de conducir o manejar maquinaria pesada. Algunos ejemplos de estos medicamentos y sus indicaciones terapéuticas son:
A estos usos autorizados, habría que sumar el consumo desde hace siglos de hojas de plantas con principios activos que han llegado hasta nuestros días y que no disponen de indicación terapéutica aprobada actualmente. Este sería el caso del cannabis utilizado como sedante, de la hoja de coca como estimulante y anestésico local, o del estramonio como antiasmático.
Por supuesto, cualquier combinación entre principios activos del mismo o diferente grupo con capacidad para alterar el estado de consciencia tienen efectos sinérgicos, es decir, el riesgo de alteración de consciencia es aún mayor; en especial, la combinación con alcohol es muy frecuente. Por eso, por ejemplo, a las personas tratadas con benzodiacepinas se les advierte que no deben consumir alcohol.
Como puede deducirse de los ejemplos terapéuticos indicados, el objetivo científico del desarrollo y perfeccionamiento de fármacos es buscar su utilidad final como medicamentos y su uso fuera del marco legal no debería producirse. Cabe recordar que cualquier principio activo, medicamento o no, es susceptible de producir efectos secundarios e intoxicaciones que pueden poner en riesgo la vida del individuo y de su entorno.
Por todo lo anteriormente comentado, y con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, corresponde hacer un llamamiento a la conciencia de velar por el correcto estado de consciencia propio y de los que nos rodean sin asumir riesgos; sólo así podremos guardar esos momentos felices en nuestra memoria.
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