El envejecimiento tiene un impacto determinante en el devenir de la vida del individuo, no sólo en el ámbito fisiológico, sino también en el psicológico y social. Los aspectos nutricionales están directamente implicados en cada uno de estos ámbitos.
¿Qué es el envejecimiento?
Puede definirse como la suma de todos los cambios que se producen en el ser humano con el paso del tiempo y que conducen a un deterioro funcional y a la muerte. Todos sabemos lo que es la vejez de una forma abstracta, pero al tratar de definirla, se suele utilizar el criterio de la edad para concretar. Después de la infancia, la adolescencia y la edad adulta, se habla de envejecimiento.
Se solía decir que la vejez empezaba a los 65 años aproximadamente, pero hoy se tiende a denominar “adultos mayores” a este intervalo. Según la OMS, las personas de 60 a 74 años son considerados de edad avanzada, de 75 a 90 años viejas o ancianas, y los que sobrepasan los 90 años se les denomina grandes, viejos o longevos.
Existen varios modelos de envejecimiento que intentan dar una mirada más positiva al término de envejecimiento. Entre estos tenemos:
Cambios en los patrones dietéticos en los mayores
Existen una serie de cambios en los patrones dietéticos de las personas mayores que hace que sean más propensos a caer en la desnutrición. Así suelen modificar sus hábitos alimentarios, en general:
Todo lo anterior lleva a concluir que el concepto de envejecimiento es único y que cada persona es quien decide o acepta cómo desea vivirlo, dentro de sus posibilidades, habilidades y capacidades. Siempre teniendo en cuenta los cambios y los procesos patológicos que se producen en cada individuo.
La alimentación es un pilar fundamental en la prevención y evolución del envejecimiento. Por lo tanto, debemos tener muy en cuenta, que el anciano debe estar perfectamente nutrido, pero no solo eso, se debe considerar la alimentación como un placer porque ellos así lo creen. Les evoca recuerdos. Los sabores y los olores pueden trasladarles a tiempos añorados o a vivencias que logran sacarles una sonrisa.
La alimentación y el envejecimiento siempre van de la mano. No deja de ser un acto social, que, por ejemplo, los ancianos institucionalizados esperan con ganas, no solo porque les gusta y les agrada comer, sino también porque es un momento de charla y de formar parte de un grupo.
Por lo tanto, la alimentación del anciano debe ser pulida en presentación, olor o sabor, cuidando y mimando los orígenes y costumbres del comensal. Realizando platos saludables y menús equilibrados, asegurando que se cubran todos los requerimientos nutricionales y también debemos hacerla segura, evitando cualquier riesgo innecesario. Hay que lograr un tándem perfecto entre alimentación y envejecimiento para que su calidad de vida sea la mejor posible.
Y si se precisa de una alimentación en textura triturada, no deberíamos basarnos únicamente en realizar un puré o triturado, debemos ir más allá, aportando al anciano un plato atractivo, lleno de colores y distintos sabores, en el cual se puedan distinguir las diferentes cocciones o ingredientes de la receta. Porque como sabemos, un triturado al uso, puede estar nutricionalmente perfecto, pero le falta esa diferencia de sabores que les recuerden a su niñez porque, de una manera u otra, por medio de la comida “recuerdan”.
Debemos cuidar a nuestros mayores, no solo física y psíquicamente, también social y sobre todo nutricionalmente, haciendo que la comida no solo les alimente, nutricionalmente hablando.
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