Hace ya más de 30 años que comencé a investigar sobre la esquizofrenia para la elaboración de mi tesis doctoral. Se trata de una enfermedad mental grave y prolongada que incapacita a la persona que la sufre porque se va agravando con el tiempo. Se distingue por tener síntomas positivos, aquellos que provocan en el paciente alteraciones de la percepción como alucinaciones o delirios; síntomas negativos, aquellos que afectan a su relación con el entorno como anhedonia, abulia, apatía o asociabilidad; y síntomas cognitivos, dificultad en la atención, la memoria y las funciones ejecutivas.
En aquel momento, el porcentaje de personas con esquizofrenia era del 1% y entre las causas estaba, sobre todo, la vulnerabilidad de la persona que la desarrollaba. Hoy en día, ese porcentaje ha aumentado ligeramente y una de las principales causas es el consumo de cannabis, marihuana, porros, maría… llamémosle como queramos.
La esquizofrenia es una enfermedad de inicio relativamente temprano, sobre los 15 años, en plena adolescencia. Cada vez nos encontramos con que los jóvenes tienen menor tolerancia a la frustración, no encuentran su camino en la vida y les cuesta transitar por esa difícil etapa de bailes hormonales que provocan cambios a nivel interno y externo.
Los padres intentamos dar a nuestros hijos todo lo que creemos que necesitan y que está a nuestro alcance para hacerles más llevadera la transición (cosas materiales en la mayoría de los casos). Pero no nos damos cuenta de que lo que más necesitan son herramientas para afrontarla y superarla con éxito.
Mientras tanto, en la calle, donde los jóvenes se mueven con soltura, las drogas campan a sus anchas y no es raro encontrarnos grupos de adolescentes consumiendo todo tipo de estupefacientes. Tampoco es raro oír frases como: “venga, prueba, que no pasa nada, por un porro no te vas a morir” o “la vida es una, hay que probar de todo”… e incluso frases menos sutiles e ingenuas. Lo que no saben estos jóvenes, y parece que muchos progenitores tampoco, es la relación tan directa que hay entre consumo de cannabis y el desarrollo de enfermedades mentales, más concretamente la esquizofrenia.
Relación entre el consumo de cannabis y el desarrollo temprano de la esquizofrenia
Aunque no se puede hablar, estrictamente, de una relación causal directa entre el consumo de este estupefaciente y los trastornos psiquiátricos, sí que es cierto que hay personas más propensas a ello, con una vulnerabilidad preexistente, genética o de otro tipo.
Es decir, una persona propensa a tener esquizofrenia, podría desarrollar la enfermedad con el tiempo, o no desarrollarla nunca, pero el consumo de puede aumentar el riesgo de desarrollar esquizofrenia, adelantar su inicio y hacer que el pronóstico de la enfermedad sea peor y que, por tanto, se responda peor al tratamiento.
Un reciente estudio publicado por la revista científica Molecular Psychiatry destaca que, si se erradicase su consumo, los casos de esquizofrenia se reducirían un 10% , es decir, unos 50.000 casos menos sólo en España.
Otros riesgos y consecuencias del consumo del cannabis:
Pero el consumo habitual de estas drogas no sólo puede aumentar el riesgo de desarrollar esta enfermedad, sino que trae consigo otras muchas consecuencias negativas.
Durante la intoxicación:
A largo plazo:
Por todo lo dicho anteriormente, este tipo de drogas no son tan inofensiva como muchos intentan hacernos ver y pueden traernos consecuencias muy graves para nuestra salud psíquica y física.
C/Padre Julio Chevalier, nº 2. 47012
Valladolid (España)
Llamanos al (+34) 983 00 1000
¿Te ha gustado el artículo?
No se te olvide compartir en redes sociales