El primer día que pisé una Universidad, la primera profesora que nos dio clase ‘abrió fuego' haciéndonos la (típica) pregunta que todos hemos tenido que responder cuando accedemos a la Universidad. ¿Por qué quieres estudiar esto? En mi clase de 1º de Periodismo, la mitad quería cubrir un Mundial de Fútbol o ser el cronista oficial de [Real Valladolid-F.C. Barcelona-Real Madrid-pon el equipo que prefieras]; la otra mitad, ir a las trincheras de una guerra. Solo dos compañeros dijeron ser adictos al (mal) llamado ‘periodismo del corazón’, y defendieron a capa y espada que querían vivir de eso, porque con un buen ‘pelotazo’, podrían vivir del cuento el resto de sus vidas.
Aunque suene a historia de abuelo cebolleta, créeme: no han pasado tantos años de aquella ‘encuesta a pie de clase’. La reflexión que te lanzo es: ¿qué resultados tendría esa pregunta hoy día?
El Periodismo no ha sido, ni mucho menos, ajeno a todos los cambios que se han producido en estas décadas. De hecho, hasta podríamos decir que a veces el Periodismo ha impulsado algunos cambios. ¿A quién no le gustaría descubrir un Watergate del siglo XXI?
Sé lo que estás pensando: el Periodismo no está bien visto. Ya no hay Woodwards y Bernsteins a los que subir al pedestal. Observas estudios demoscópicos y te encuentras con la profesión en los últimos peldaños de la credibilidad ciudadana. No parece un buen comienzo, ¿verdad? Hay una buena noticia: la realidad no es esa.
Piensa en lo que sucede a tu alrededor: ¿todo vale para conseguir una exclusiva? ¿todo el que trabaja (o aparece) en un medio tiene la titulación oficial? Quizá las respuestas a esas preguntas den una pista de por qué la profesión, actualmente, no está tan bien valorada. Pero si García Márquez la dibujó como “el oficio más bonito del mundo”, al menos, concedamos el beneficio de la duda de que esta profesión tiene algo que le hace ser diferente a las demás.
Y es que las generalizaciones no son buenas. Hay malas praxis, claro, pero como en todos los trabajos. Detrás de las toneladas de páginas que se imprimen o publican cada día, o en las ingentes horas de radio y televisión emitidas sin descanso, o en las notas de prensa enviadas por instituciones o los comunicados emitidos por RR.SS., hay –en la gran mayoría de los casos, insisto- el excelente trabajo de Periodistas, con mayúsculas. Algunos de ellos, por cierto, han estudiado aquí, en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, y eso lo llevamos con mucho orgullo.
Trabajo al que muchas veces no respetan los horarios. A veces desgasta, no lo escondo. Pero para eso está la vocación. El Periodismo, afortunadamente, sigue en ese pequeño reducto, en esa trinchera llamada romanticismo. Puede ser, es cierto, que tu referente sea uno de los nombres deslumbrantes de los mass media: presentadores de prestigio o plumillas veteranos que llevan toda la vida al pie del cañón.
Por ahí vamos bien, aunque si suspiras por convertirte en el sucesor de los afamados apellidos Gabilondo, Bueno, Prats, Pastor, Otero o Évole (y un largo etcétera), ten en cuenta que lo que hoy son, se lo deben a su capacidad de trabajo. Quizá los referentes que pululan hoy día y son trending topic no ayuden a defender esta idea de sacrificio, pero créeme: es imprescindible. Ahora que me dedico a la docencia, antes de preguntar a mis alumnos por qué han decidido estudiar el grado en Periodismo, les hablo del emblema que aparece en la camiseta de un equipo de baloncesto español: no tiene patrocinador, como el resto. Solo se lee “cultura de esfuerzo”. Bajo el aura del éxito se esconden cimientos de trabajo duro y sacrificio.
Porque, claro, aprovechando que hablamos de que es un oficio mal visto por algunas personas, también dicen que el periodista es “aprendiz de todo y maestro de nada”. Detrás de todo axioma, siempre hay una explicación. Obviamente, quien quiera informar sobre lo que acontezca debe afrontar, durante su formación, a pruebas de actualidad, presentes en varias asignaturas. Conocer los entresijos de la economía, descubrir las figuras literarias, saber del estado del mundo y de la Historia, o las técnicas de opinión pública son sólo algunos ejemplos, breves pinceladas, que desembocan en una idea.
No obstante, en el grado en Periodismo de la UEMC sabemos que la formación no sólo debe de ser teórica, que también la hay, por supuesto, sino que también debe de ser práctica. Para lograr esto, en la UEMC contamos con un estudio de radio y otro de televisión, totalmente profesionales y donde los alumnos se familiarizan con los equipos, técnicas, etc.
Así que después de cuatro (intensos) años, podrás decir con mucho orgullo que sabes construir un repor para periódico, una crónica radiofónica o un VTR para tele, que te conoces los entresijos de una escaleta, que guionizas y locutas sin un atisbo de nervios, que has investigado en profundidad sobre varios temas, que has narrado goles, que sabes editar piezas como el mejor, y maquetas en condiciones porque también sabes nociones de grafismo…y además de eso, tienes capacidad para reflexionar e interpretar y, también, principios éticos para saber qué vale y qué no vale, y…no solo eso, sino que además tendrás una sólida formación en esas áreas, a veces denostadas, que conforman la llamada ‘cultura general’, y que hemos mencionado antes.
Si eres periodista no solo vas a necesitar una libreta o una grabadora, sino una herramienta tanto o más importante: tus conocimientos sobre ese tema. Porque no solo tienes que contar lo que está pasando, sino también contextualizarlo bien, desgranar las claves… y luego traducirlo a un lenguaje comprensible para divulgarlo, para que quien te lea, escuche o vea, se entere bien de lo que acontece en este mundo actual. Un mundo, por cierto, que ahora mismo parece el primer capítulo de la nueva temporada de Black Mirror.
Así que si después de leer esto sigues pensando que cualquiera puede ser periodista y todo vale para alcanzar el éxito… siento decirte que algo falla. Otra cosa es que en la actualidad ciertas personas, ajenas a este mundo, hayan alcanzado fama y copen minutos de plató y acalorado debate, solo porque su tarjeta de presentación sea una dentellada a la fama que encontró en un determinado programa de televisión [inserte aquí el primer nombre que se le venga a la cabeza]. Es cierto lo que estás pensando: si están ahí, es porque “dan juego” y la audiencia lo pide, ¿no?
Estoy parcialmente de acuerdo. Una cosa es la Ley de la oferta y la demanda, y otra bien distinta, que bajemos los brazos y dejemos de pelear desde la Universidad por revertir esa situación. Lo que hoy vale, mañana no tiene por qué. En eso debemos basarnos, y eso es lo que trabajamos en esta universidad cada día. Volvemos al principio: ¿Recuerdas cuántos en mi clase querían ser famosos? No ha pasado tanto tiempo.
C/Padre Julio Chevalier, nº 2. 47012
Valladolid (España)
Llamanos al (+34) 983 00 1000
¿Te ha gustado el artículo?
No se te olvide compartir en redes sociales